Sirviéndose de un medio tan realista como la fotografía, el artista moscovita Vadim Gushchin sorprende con bodegones que nos introducen en el universo pictórico de Kazimir Malévich. Su composición minimalista y su combinación de colores evocan directamente al autor del Cuadrado negro, transformando objetos cotidianos en formas suprematistas.
En cada una de sus series, un objeto de la vida cotidiana —un pañuelo, un cuaderno, un libro— se integra perfectamente en el mundo bidimensional de las formas abstractas, logrando despertar la sorpresa y la curiosidad del espectador.
“Mis fotografías, de alguna manera, son una especie de retratos de los objetos que nos rodean”, ha declarado Gushchin. “Siempre intento que el resultado final sea una imagen bella y creo que todos los objetos que fotografío tienen una belleza intrínseca, en especial los libros”.
El Perfil del Artista
- Nombre: Vadim Gushchin (n. 1963, Novosibirsk).
- Formación: Graduado del Instituto de Energía de Moscú (1986). Fotógrafo profesional desde 1988.
- Estilo: Bodegón conceptual y minimalista, con profundas influencias del suprematismo y el constructivismo ruso. Reduce los objetos a su forma y color esenciales.
- Reconocimiento: Su obra forma parte de colecciones permanentes de primer nivel, incluyendo el MoMA (Nueva York), el Museo Pushkin (Moscú), el Museo de Bellas Artes de Houston y numerosas colecciones privadas en todo el mundo.
La Biblioteca como Idea
Las series fotográficas que mejor definen su trabajo son Biblioteca (2000), Papel (2008) y Catálogos de arte (2011). En ellas, fragmentos de libros o viejas ediciones con las esquinas gastadas muestran sus texturas y detalles.
Ante nuestra mirada aparecen los lomos de obras de Tolstói o Dostoievski, en un silencio casi religioso que choca con la cascada de palabras que encierran. Gushchin nos devuelve la imagen del libro como un elemento físico que nos acompaña, un contenedor silencioso de las ideas que en él habitan.
“Espero que el espectador entienda el libro como un concepto, una idea que está viva y que es una parte extraordinariamente importante de nuestras vidas”, comenta el artista.

El Bodegón como Abstracción
El bodegón, o naturaleza muerta, es un género que se independizó tardíamente. Primero tuvo que deshacerse de la simbología y abandonar su papel sumiso. Solo entonces se convirtió en un espacio de experimentación, crucial para las vanguardias francesas y rusas.
Gushchin se inserta en esa tradición, que no puede entenderse sin las manzanas de Cézanne o los girasoles de Van Gogh. Su trabajo es una reflexión sobre nuestro apego a los objetos cotidianos, un reflejo de nuestra intimidad.
“Los bodegones aún tienen una presencia importante”, explica Gushchin. “Lo que es realmente difícil es dar con una mirada singular. En mi caso, intento reducir el objeto fotografiado a la mínima expresión, hasta construir una imagen casi abstracta, sobre todo en las fotografías en color”.
Un Autorretrato Cultural
En una sola imagen, Gushchin fusiona pintura, fotografía y literatura. Al mismo tiempo, parodia uno de los géneros fotográficos más omnipresentes y banales: el catálogo comercial.
Su pulsión por catalogar la realidad tiene un fin. Apartar los libros de su realidad cotidiana —las estanterías— es un recurso que nos permite analizarlos en detalle. “De esta manera el objeto se transforma en la idea del objeto”, explica Gushchin.
Para el artista, esta conexión con la tradición es fundamental. “El legado cultural ruso es suficientemente rico para constituir una base sólida que sirva de inspiración. No se puede crear un arte que sólo se guíe por las modas. Para mí, lo más importante es estar conectado con la tradición visual de tu cultura”.
Al final, la selección y disposición de los objetos funciona como un autorretrato del artista. Es su manera de individualizarlos y hacerlos especiales. Es así como los objetos cotidianos se transforman, a través de su lente, en tesoros culturales.




